Dinamarca se encuentra en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático al proyectar convertirse en el primer país del mundo en imponer multas a las emisiones de metano provenientes de las flatulencias de vacas, ovejas y cerdos.
Esta medida, que se espera implementar a partir de 2030, establece un costo de 44 dólares por tonelada de dióxido de carbono emitido, con un aumento previsto a 102 dólares para el año 2035.
El objetivo de reducir en un 70% las emisiones de efecto invernadero con respecto a los niveles de 1990 ha sido impulsado por el oficialismo danés, en un proyecto que involucra a representantes de la oposición política y de la industria ganadera. Los ingresos generados por este impuesto serán reinvertidos en la transición ecológica de la industria agrícola, sector que ocupa más del 60% de la superficie del país.
No obstante, esta iniciativa también ha despertado críticas y preocupaciones en el ámbito agrícola. Desde el Ministerio de Economía se reconoce que se podrían perder hasta 2 mil empleos en el sector de aquí a 2035, mientras que la Asociación danesa por una Agricultura Sostenible ha calificado el acuerdo como «inútil», expresando preocupaciones sobre la seguridad del suministro alimentario y comparando la situación con el caso de Nueva Zelanda, que descartó una propuesta similar en 2023 ante la oposición de los ganaderos.